En Santa Cruz es común ver a beliceños hacer compras. Al fondo, en la cima del cerro, el destacamento militar de Belice. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)
Aunque el diferendo territorial entre dos estados lleva décadas, no ha logrado romper las relaciones comerciales entre varios poblados del área de adyacencia entre Guatemala y Belice. Por ejemplo, Santa Cruz, en San Luis, Petén, recibe cada fin de semana a decenas de beliceños que reactivan el comercio y a la vez se benefician con mejores precios.
Unas 800 personas viven en Santa Cruz. Son comerciantes, agricultores y ganaderos, y aprovecharon la cercanía de Belice para consolidarse como un pueblo proveedor de productos de consumo diario, así como licores, ropa y servicios personales.
El poblado guatemalteco más cercano a Santa Cruz es Chacté, a 40 kilómetros, a través de un camino de terracería.
En Santa Cruz no hay policía; tampoco Ejército. La base militar más cercana está a 12 kilómetros de la aldea, por lo que no es frecuente ver patrullajes en la zona de adyacencia, refieren los vecinos.
Por el contrario, del lado del vecino país sí hay un destacamento de las Fuerzas de Defensa de Belice. Desde Santa Cruz se puede observar una ametralladora que siempre está apuntando a la comunidad “desde hace años, listos para atacar”, cuentan los pobladores.
Productos a granel
Los beliceños llegan desde una carretera asfaltada hasta el área de adyacencia y luego, a cambio de Q1 que pagan a un vecino de Santa Cruz, pasan a Guatemala.
Los beliceños no tienen ningún registro migratorio o de seguridad, pero a los guatemaltecos que quieren cruzar los espera del otro lado una aduana en la cual deben presentar pasaporte y pagar un impuesto de entrada de 50 dólares beliceños —unos Q185—.
En algunas ocasiones, el Ejército de Guatemala ha llegado a sacar a los extranjeros; sin embargo, los mismos vecinos de Santa Cruz se oponen, porque de esos visitantes depende su economía.
Dólares estadounidenses, beliceños y quetzales son las monedas que todos los comercios manejan. Con el tiempo han estandarizado el tipo de cambio, aunque los guatemaltecos siempre salen ganando, refieren.
“Ese que va allí es soldado de Belice”, señala Ángel López, desde su negocio, a un hombre de tez morena, baja estatura, pantaloneta y playera. Los militares visten de civiles y cruzan a Guatemala para adquirir los productos que necesitan durante su guardia en el destacamento.
“Gastan miles todos los viernes, sábados y domingos. Se llena de buses del otro lado —Belice— porque ellos tienen asfalto hasta ahí”, comenta López.
“Aquí se cortan el pelo 10 beliceños y gano Q100”, afirma, con emoción, frente a su pequeño televisor, donde ve partidos de la liga europea. La mayoría de casas es de concreto y tienen televisión por cable.
Quieren controles
A los pobladores les gustaría que Guatemala instalara una aduana en ese sector, para que exista más orden en el ingreso.
Santa Cruz también ha enfrentado la tristeza por la muerte de tres residentes del lugar. El 22 de noviembre del 2001, Jesús Ramírez Icho y sus hijos Virgilio y Jesús murieron baleados por soldados de Belice en Río Blanco, Reserva Chiquibul, territorio administrado por el país vecino.
Por eso la comunidad no es ajena a la disputa territorial. “Se siente la desconfianza con Belice porque tiene una ametralladora apuntando. Nosotros la hemos visto”, dice Arnoldo, un vecino.
El Ejército, que tiene instalado un puesto de mando en la aldea Joventé, la última antes de Santa Cruz, planea trasladar su campamento a Santa Cruz, ante la demanda de pobladores que exigen presencia militar.
Según el coronel Guillermo Estuardo Quiroa, comandante del área de operaciones Uaxactún, tiene una buena relación con el ejército de Belice, y cada mes se reúnen para coordinar operaciones.
En Santa Cruz todos saben de la consulta popular de mañana.
Toda la población quiere votar. Buscan que se defina una frontera para que haya más seguridad y ya no exista riesgo de ataques o malentendidos por la ausencia de una línea fronteriza.