Río San Pedro, Petén
Río San Pedro, un lugar localizado en Petén lleno de naturaleza e historia, y aunque no se ha beneficiado con tanta cobertura mediática que el Usumacinta o el de La Pasión, merece también atención.
Su curso de 180 kilómetros de longitud atraviesa la parte occidental de Petén, antes de penetrar en el territorio mexicano (Tabasco), donde se reúne con el Usumacinta. Se burla de la frontera con México, pero en Guatemala marca el lindero entre los municipios de La Libertad y San Andrés.
Varios afluentes se juntan con el Río San Pedro, como soldados detrás de un carismático jefe. Pero al igual que para muchos grandes personajes históricos, sus orígenes parecen confusos. El nacimiento se sitúa en el municipio de San Andrés, pero sería vano buscar un solo manantial. Se torna navegable a partir de la aldea Paso Caballos, invitándonos a un crucero a la sombra de los árboles, los siglos y las leyendas…
En un lugar llamado Mactún, entre Paso Caballos y El Naranjo Frontera, los pilotos de las lanchas tienen que manejar con sumo cuidado, ya que en el lecho del Río San Pedro se yerguen curiosas concreciones de apariencia rocosa. Se tratan, en realidad de millares de almejas, una verdadera delicia para los «iniciados». En muchos otros aspectos, el río es generoso con los lugareños. Provee, en particular una gran variedad de peces.
En sus orillas predomina el color verde de los bosques y los pastos. En lo alto de los árboles, algunos monos que nos indican que en esta parte de Petén la naturaleza todavía conserva algunos derechos. Los monos parecen ser, además, los fieles guardianes de santuarios históricos.
En la cuenca del Río San Pedro yacen melancólicas y milenarias ruinas de los antiguos mayas, entre los cuales cabe mencionar Paso Caballos, El Naranjo y El Perú-waka.
Desde la época prehispánica, el Río San Pedro representaba una práctica vía de comunicación transitada por las canoas.
Ubicado cerca del comienzo del Río San Pedro, el sitio de Motul, San José, se puede visitar fácilmente desde Flores. A la vez, al navegar en las inquietantes aguas del San Pedro, no podemos dejar de pensar en el periplo del conquistador Hernán Cortés, primer gobernador de la Nueva España, quien cruzó el río en 1525.
El filósofo griego Heráclito comparaba el tiempo con un Río San Pedro. El San Pedronos permite efectivamente viajar a través de los siglos.